Los diálogos en las obras de teatro son especialmente necesarios para que los mensajes que se desean transmitir a la audiencia, sean entendidos de un modo dinámico y correcto, ya que la mayoría de las acciones que ocurren en las puestas en escena se deben a la interacción hablada que tienen los actores.
Los únicos momentos en los que este recurso no es utilizado, es cuando aparece la figura del narrador, pues éste es quien relata una serie de acontecimientos específicos.
Asimismo la utilización del lenguaje en el teatro cuenta con dos características fundamentales: La primera de ellas es su carácter de representatividad. Dicho de otra manera, el texto de una puesta en escena debe tener la capacidad de comunicar ideas o situaciones que no sean tangibles.
Por su parte, la segunda particularidad de los diálogos en las obras de teatro es el fenómeno conocido como «desdoblamiento doble» que forzosamente debe ocurrir. Se le llama de ese modo, puesto que el emisor principal del texto que se está representando es el propio autor, quien busca dotar a sus personajes de la personalidad suficiente como para que puedan ser creíbles y a la vez aceptados por la audiencia.
La otra parte de este fenómeno ocurre en el instante en el que se dan las interlocuciones entre los actores, quienes además de verse afectados por el discurso, difunden sus pensamientos al público que se encuentra ubicado en las butacas.
En el teatro existen dos tipos de diálogo: el monólogo y el polílogo.
Entendemos por monólogo al diálogo que lleva a cabo una sola persona, aunque no necesariamente dicho individuo tendría que estar solo en el escenario, ya que entonces estaríamos hablando de lo que se conoce en las artes escénicas con el nombre de soliloquio.
Por otro lado, si en el diálogo intervienen al menos dos personas se puede considerar a este como un polílogo. Una situación curiosa que pudiera llegar a suceder es cuando varios personajes en escena repiten un parlamento, en ese caso el diálogo se convertiría de manera automática de nuevo en monólogo.